Estaba pensando en alquilar una casa rural en Huesca. El calor húmedo de Valencia parecía empujarle cada verano a la tierra de sus abuelos. Esa noche de julio tuvo que regresar al laboratorio donde trabajaba. No encendió la luz del pasillo y necesitó ir palpando la pared para poder encontrar el interruptor. En el último y temeroso paso que tuvo que dar, todavía a oscuras, notó que pisaba algo extraño. Al encender la luz, vio en el suelo, con sorpresa, la cola de una lagartija que se retorcía de forma compulsiva. "Creo que me vendrán bien esas vacaciones".
Aatares
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