Sahún . Fotografía de Juan Murillo |
A Teresa y Alegría.
Leonor y Agustina subían
jadeantes por el Barranco Fondo tirando de la mula cargada de leña. Desde que
faltaba padre, y madre andaba en cama más tiempo que levantada, ellas se
ocupaban de todo. El huerto, los animales, la casa…eran mujeres de montaña, duras como exigía el medio. Sabían
también que esta situación no iba a ser eterna, cambiaría cuando la matriarca
se fuera…Leonor casaría con Julián, nacido en Barbastro con quien andaba de
novios y se asentarían allí. Agustina tenía decidido marchar a Barcelona donde
sus primas le contaban que había trabajo de sobra. Casi sin darse cuenta y por
las vueltas que bruscamente da la vida, al acabar el verano se abrazaron en el
andén de la estación de Monzón, con lágrimas en los ojos y prometiendo
escribirse. Cuando el tren anunció la salida, Leonor le confesó al oído a su
hermana que estaba encinta, el primero de cinco... Veinte años después, cuando
el más pequeño fue a estudiar a Huesca, las hermanas se reunieron unos días en
la casa familiar, había que recoger las nueces, limpiar los huertos y renovar
el tejado. En un respiro de la faena, Agustina repasó el periódico a la luz de
la primera lumbre del año. La noticia le dejó pensativa: “Ayudas para rehabilitar
las casas rurales a cambio de dedicarlas a alojamientos para el turismo”, decía
el anuncio. Y así empezó todo… “yo puedo cocinar, siempre he tenido buena mano,
tú te encargas de la gente que tienes más paciencia y a limpiar no nos gana
nadie”. Para Todos Santos colocaron el primer andamio y en primavera la casa
estaba terminada. “Casa Vidal” abría sus puertas de nuevo para no cerrarlas
más.
Las hermanas subieron la empinada
escalera que les llevaba a la recién inaugurada terraza, cogidas del brazo,
emocionadas y recordando a sus abuelos, a padre, a madre, a los hijos…toda una
vida, contemplaron el último rayo de sol que teñía de rojo la Peña Montañesa ….
Dora
Blasco, septiembre 2011.
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