Fotografias III Concurso Hueca compartir emociones"

RELATOS TURISMO VERDE HUESCA

Fotogrfías presentadas al III concurso "Huesca compartir emociones"

Relatos presentados al IV concurso de Microrrelatos Turismo Verde Huesca.



jueves, 6 de mayo de 2010

" ENCUENTRO "

Lo reconocí al instante. Lo cierto es que apenas había cambiado después de cinco años. Para ser exactos, cinco años, dos meses y siete días habían transcurrido desde aquel último y único encuentro.

Conservaba sin embargo la misma vehemencia en su mirada y el mismo apasionamiento en cada uno de sus pequeños gestos. Así que ahí estaba él, en el mismo restaurante que yo, con señora y niña incluida. Y aquí estaba yo, imantada por su presencia y sin fuerzas para digerir la sopa de garbanzos.

Mi novio-acompañante mientras tanto, intentaba, trago a trago, salvar nuestra languideciente conversación. Pero yo había iniciado ya un viaje en el que recorría la piel del otro, palmo a palmo.

- ¿Qué miras?- espetó por fin mi novio-acompañante.

- Nada, un antiguo conocido…

El antiguo conocido trataba entonces de meter la cuchara repleta de garbanzos en la boca de la niña morena y regordeta que parecía ser su hija. Una niña de no más de dos años.

- Dos años-musité, inconscientemente

- Dos años, ¿qué?- mi pseudonovio empezaba ya a perder la paciencia.

- Dos años que…no venía a esta zona de la provincia de Huesca- mentí.

Yo apenas podía tragar un garbanzo más.

- Voy un momento al baño.

Aquella estampa familiar de babero y tirabuzones había terminado por helarme la sangre.

Me abrí paso entre el fragor de las mesas mientras me repetía en desesperada letanía, “La cabeza alta, el paso firme, adelante, siempre adelante”. Como siempre en mi vida.

Pero esta vez no me tenía en pie. Caminaba con la mirada fija y ausente del reo camino del cadalso. Me acerqué tanto que casi logré tocarle la espalda. La niña lanzó entonces su chupete en airado chillido justo delante de mí. Me quedé mirando temerosa aquel objeto volátil como si fuera una bomba de relojería. Su padre se volvió y me vio por primera vez. Quedó boquiabierto. También yo quedé paralizada, cogí el chupete y lo entregué mientras salía a toda prisa, sintiendo sus ojos traspasándome la espalda.

El fuego me subía a las sienes. Abrí la puerta trasera de la casa rural buscando ansiosamente el aire que me faltaba y me senté ante la verde y silenciosa pradera.

- ¡Basta de mentiras! -clamaba la Naturaleza entera en silencio atronador.

Escuché con oídos reverentes y lágrimas en los ojos todos aquellos reproches durante tanto tiempo acallados. Comprendí entonces que ése iba a ser el día de las despedidas.

Respiré hondo, resuelta de una vez a hacerme cargo de mi vida.

Susana Torres

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